Masivo, maratónico, mojado, pero gratificante. Así describiría yo en pocas palabras este concierto que, aunque tuvo una duración aproximada de 9 horas, para mí, fue una jornada que arrancó a eso de las 5am cuando desperté y que representó casi 20 horas de estar en el mismo lugar. Estar desde las 7am en un lugar y no moverse de él, soportar sol y luego varios aguaceros torrenciales es mucho amor a la música. Y sí, soy un gran admirador del rosarino y de la banda mexicana. Sería la primera vez que presenciara un concierto de Zoé y de Fito Páez. Valía la pena todo lo que tuviese que pasar para presenciar ese momento. Y lo valió.
Ahora, luego de compartir con los pocos lectores de este blog de forma resumida mi experiencia en la previa, comencemos con las humildes apreciaciones de este humilde servidor.
1. Providencia.
La cuota local en este festival. Para los que no saben, esta banda de Reggae se “ganó” esa oportunidad gracias a un concurso que realizó el canal local Telemedellín y que también mandó un telonero para el concierto del día anterior en Carabobo Norte (La Sonora 8).
En cuanto a su presentación, fue corta. Tocaron canciones nuevas y unas cuantas extraídas de su Radio Candela como Distancia, Noche de Rocksteady y la del cierre: Aerosoles. Compactos, lograron encender los ánimos de las personas que estaban allí reunidas a esa hora, haciéndolos bailar al ritmo de sus cadencias; dejaron su talento en la tarima y demostraron que son una de las bandas con mayor proyección a nivel nacional.
2. Quinteto Suárez Paz
Este quinteto proveniente de la Argentina, que nos trajo su propuesta de violines, bandoneones y guitarras rememorando los pasos de Astor Piazolla, descrestó a más de uno y demostró que la buena música va más allá de los gustos.
3. Aterciopelados
La lluvia se puso del lado de Andrea, Héctor y su banda, para salir a compartir con las miles de almas congregadas (y congeladas) en esta calle convertida en santuario de la música por una noche su música y su mensaje: el amor por la madre tierra, y de paso, colaborar con el concepto de su presentación: el agua. Inició su repertorio con dos canciones de su última placa Rio: la que da título al álbum y Tréboles. Con El Estuche, puso a las personas a cantar algo de sus clásicos. Luego se vino la que, para mí, es la canción más simpática de su último disco: Ataque de Risa. Es imposible no sonreír mientras la tarareas. Dos canciones más de Rio y cerraría con dos clásicos: Bolero Falaz y Baracunátana. En la segunda de estas dos finales, Andrea se bajó del escenario para mojarse tal como lo hacíamos todos nosotros. Al final de su presentación, regaló frisbies de papel maché y talismanes que fue y llevó hasta las personas que estaban más lejos de la zona V.I.P. (que, si me preguntan, era bastante grande).
4. Zoé
Zoé es una de las bandas de mis amores (que son muchas) y era el 50% del motivo para estar en ese lugar. Para ese momento ya tenía 3 aguaceros encima y un principio de hipotermia, que me importaron un carajo a la hora que hizo presencia el primer sonido del sintetizador. Comenzaron con No hay Dolor, una canción de su su último disco Reptilectric, bajo una luz roja que silueteaba a los 5 integrantes de esta banda mexicana. Para la siguiente canción, León, su vocalista, tomaría la guitarra y cantaría uno de sus éxitos recientes, precisamente el que le da título a su trabajo de estudio más reciente. Luego de esto, la banda se dedicaría a tocar un setlist variado, que contenía canciones tanto de su nuevo álbum, como de sus 3 anteriores, que juntos constituyen más de 10 años de historia musical. Todo esto bajo una atmósfera psicodélica creada por las animaciones que aparecían en la pantalla ubicada al fondo de la tarima y el excelente manejo de luces, que se movían y apagaban al compás de la música. León Larregui supo manejar bien al público. No habló mucho, ni hizo demasiado recorrido por todo el escenario, pero su voz fue suficiente para hilar las emociones de las pocas (en proporción a los miles que allí se encontraban) personas que conocían a este grupo que ostenta el premio como la mejor banda de Rock de los Premios MTV Latinos 2009. Potente en canciones como Reptilectric, Nada, Deja Te Conecto, Dead y Soñé; melancólico en No hay Dolor, Vía Láctea, Corazón Atómico y Luna; y hasta haciendo destacados falsetes en Sombras y Últimos Días. Se puso la guitarra (Reptilectric, Últimos Días) y hasta sacó pandereta (Corazón Atómico, Deja Te Conecto) para acompañar el sonido muy sincronizado de su banda, con unas programaciones que son fundamentales para crear esa atmósfera que genera su sonido místico, que junto con las letras cósmicas y terrenales de León te hacen vivir una experiencia, que, por lo menos en mi caso, me sacó de este mundo y me llevó a uno más feliz.
Para cerrar, Zoé dejó dos canciones muy especiales: Deja te Conecto (primer éxito de la banda) y Love (tal vez su canción más conocida), donde, con un escenario vestido de azul cielo por las luces y acompañados en la pantalla por imágenes de los integrantes de la banda bajo filtros y efectos visuales, se despidieron con un espectáculo en punta, dejando a sus seguidores, que cantaron a todo pulmón sus éxitos, con ganas de mucho más.
Fueron aproximadamente 45 minutos donde la banda, con toda la seguridad que le dio la experiencia de tocar en eventos tan grandes como Vive Latino, Coachella y Rock al Parque (donde repetirían sólo dos días después), dejó una gran impresión en gran parte del público que, atento, escuchaba su propuesta psicodélica, espacial y vanguardista. A muchos les quedó picando el gusanito galáctico de este quinteto luego de las 13 canciones (No hay dolor, Reptilectric, Sombras, Vía Láctea, Nada, Últimos Días, Corazón Atómico, No me destruyas, Soñé, Luna, Dead, Deja te conecto, Love) que interpretó el que es considerado por la crítica como el mejor grupo de México en la actualidad.
5. Rosario y Antonio Carmona
Ya era tarde, la lluvia asediaba de nuevo, ya daba igual sacar o no el paraguas. El frío era el enemigo de los miles de asistentes. Pero la expectativa seguía intacta, la gente estaba allí por una razón.
Respecto a este par de españoles, daré sólo un par de apreciaciones, ya que, siendo sincero, no les presté mucha atención (el frío y la espera por lo que sería el gran cierre fueron las causas). Antonio Carmona fue el primero en arribar, con corista a bordo, cantando una especie de flamenco-pop que no sonaba tan mal. Luego de 6 canciones, sería el turno de Rosario quien, según dicen, prendió el ambiente. La verdad es que en el lugar donde yo estaba ubicado la gente no se movía de lo entumidos que los tenía el frío, además guardando energías para lo que venía más adelante. Musicalmente, Rosario no es nada que yo no haya escuchado antes, pero su show fue muy divertido, en especial su baile. 6 ó 7 canciones y la cuota española daría por terminado su paso por la tarima de este concierto de clausura.
6. Fito Páez
Casi una hora de espera, de expectativa, que se fue larga pero que se llevó a su paso, poco a poco, la lluvia que desde 5 horas padecíamos las 35.000 personas que ese sábado, ya domingo, nos dábamos cita en la Calle 44 del municipio de Medellín, a la altura del Centro Administrativo tanto de la ciudad, como del departamento. Algunos madrugaron desde las 5:30am para adueñarse de un lugar de privilegio, otros, que tal vez por no perderse el partido entre Argentina y Alemania llegaron más tarde, debieron hacer una fila de horas para lograr, a eso de las 3pm, entrar a hacerse un puesto en esta calle que generalmente es territorio de paso de media ciudad, pero que ese 3 de julio, fue el sitio destinado para encontrarnos (algunos más cerca, como los que consiguieron estar en V.I.P.) con uno de los íconos del Rock en Latinoamérica, el que, citando a Margarita Ortega, “es, después de Gardel, el argentino más querido en Medellín”: Rodolfo Páez.
A las 12:50am salió. La euforia fue unánime. La felicidad se notaba en los rostros mojados. Salió e interpretó dos canciones de su álbum más reciente: Confiá. Luego, se puso la guitarra e interpretó una canción que tiene casi 25 años pero que es grande en el público: Giros. Entre estar de pie cantando y sentarse en su piano de colores, haciendo de sus manos y su voz una sola, transcurrió casi una hora, donde nos puso a cantar con toda el alma y a saltar con éxitos como Giros, El Diablo de tu corazón, Un vestido y un amor, Al lado del camino, Llueve sobre mojado, Polaroid de locura ordinaria, Circo Beat, 11 y 6, Cable a tierra, Tumbas de la gloria (donde dijo que esta canción tenía cosas de muchas personas que lo influenciaron, entre ellas su padre y Charly García), y El chico de la tapa. Finalmente, se pararía de su piano para tomar la guitarra e interpretar con mucha fuerza la enérgica y rabiosa Ciudad de pobres corazones (no sin antes darle las buenas noches a Tokio, Madrid, Londres, Berlín, Bogotá y Medellín, entre otras ciudades), volviendo a su piano para tocar la última canción de su primer bloque, donde vestía un traje blanco, con la elegancia que lo caracteriza: A rodar la vida. Luego del “chau, hasta mañana”, se despidió del público, se marchó junto con su banda y las luces se apagaron. Sin embargo, nadie se movió de su sitio, aguardando la esperanza de verlo regresar. Luego de unos minutos, un Fito con camiseta roja, haciendo gala de frescura aún cuando ya cuenta con 47 años, salió a presentarnos a su banda, fue a su piano y desde allí nos tocó y cantó Dar es dar para ponerse de pie por última vez y cantarnos a todo pulmón, tal como lo hicimos las 35.000 almas que lo esperamos por horas y que vibramos con su música durante todo su show, su Mariposa Technicolor.
Al extinguirse la mariposa, entre ovaciones y aplausos, terminó el rosarino su espectáculo. Un espectáculo memorable, donde nos hizo un recorrido por todos sus discos, por todas sus experiencias y por todos sus amores.
Al apagarse las luces del escenario pero al encender los reflectores que apuntaban hacia el público, el mar de gente se dispersó casi de inmediato, tomando la mayoría rumbo hacia el metro, el cual funcionó hasta minutos después de que terminó el concierto. Un muy buen detalle, que ojalá rescate la administración local para aplicarlo en otros eventos masivos como el Festival Internacional Altavoz.
Casi a las 2:30am terminó este espectáculo donde reggae, tango, rock y pop estuvieron en escena durante alrededor de 9 horas. Un evento que, si bien no se compara en masividad a los conciertos de Juanes o al mismo de Silvio Rodríguez, Jorge Drexler y León Gieco, en cuanto a diversidad musical, sí se convierte en un gran precedente. Una completa experiencia.